28 marzo

209. La conexión alicantina


Entonces como ahora, lo importante es que el mensaje llegue a cuantas más personas mejor. El buen paño, la mejor idea, la eficaz consigna, deben salir de la preciada arca para que sean bien conocidas. Lo sabía, tenía que saberlo, cuando decidió unirse a la tropa que, con casi todo en contra y escasos recursos, luchaba con ahínco defendiendo la libertad de conciencia: «Y al entrar en esa liza donde riñen rudo combate la luz y las tinieblas, voy a asentar la más alta y clara verdad de que estoy poseída». Era preciso que esa verdad fuera propagada, esparcida, aventada a los cuatro vientos. Cuantas más veces se repitiera, mayor sería la probabilidad de que cayera en terreno fértil, de que germinara. Ella se había empeñado en «combatir a los enemigos, sean los que fueren, del hogar, de la virtud femenina, de la ilustración de la mujer, de la dignificación de la compañera del hombre», y su mejor arma de combate era la palabra, propagada a los cuatro vientos a la espera de nuevas voces, de nuevas manos que empujaran en la misma dirección.

A finales de 1884 iniciaba su campaña contra el oscurantismo (⇑) desde las páginas de Las Dominicales del Libre Pensamiento; sin duda la mejor plataforma para difundir sus mensajes, pues el semanario cuenta con una activa y concienciada red de suscriptores y corresponsales, que conformaban  un grupo heterogéneo, situado fuera del pensamiento oficial e  integrado por deístas, anticlericales, masones, espiritistas o republicanos. La llegada de Rosario de Acuña fue acogida con entusiasmo, como prueban las numerosas cartas que se publican número tras número, y no tardaron en aparecer otras páginas de otros periódicos que, como si de una red de reemisores se tratara, divulgan con prontitud sus escritos. El primero en hacerlo fue La Luz del Porvenir, semanario espiritista editado en  el barcelonés barrio de Gracia y dirigido por Amalia Domingo Soler, que lo había fundado en 1879. Tan solo dos semanas después de que apareciera publicada en Las Dominicales, su carta de adhesión al librepensamiento (⇑) aparece en la revista espiritista, precedida de la siguiente entrada:

«Retiramos nuestro artículo de fondo, para dar cabida a una carta notabilísima que dirigió la eminente escritora doña Rosario de Acuña, al esforzado campeón del libre pensamiento Ramón Chíes, publicada en Las Dominicales el 28 de diciembre último. La adquisición de Rosario [de] Acuña, es para el racionalismo filosófico de alta trascendencia, los libre-pensadores podemos decir que es nuestra la victoria».

Desde entonces y gracias a la decidida apuesta de su directora, las lectoras de La Luz del Porvenir pudieron leer, uno tras otro, los escritos de doña Rosario que aparecían unas semanas antes en las páginas de Las Dominicales.

Alicante a finales del siglo XIX. Fotografía de Francisco Ramos Martín (Archivo Municipal de Alicante)

Fue otra mujer la que, según todos los indicios, activó la conexión alicantina en el seno de la logia Constante Alona, en la cual ella se había iniciado en mayo de 1883 con el simbólico Juana de Arco. Enterada de la incorporación de Rosario de Acuña a las huestes librepensadoras, Mercedes Vargas no tarda en coger la pluma para mostrar su satisfacción. Lo hace en las páginas del periódico La Humanidad, órgano oficial de la logia, y no escatima elogios para alabar el talento de la recién llegada y su decidida voluntad de luchar contra la postergación de la mujer. Al igual que Amalia Domingo Soler hiciera semanas atrás, también se pone a disposición de la escritora madrileña para «ayudarla a dar cima a la colosal obra que ha emprendido». No parece aventurado pensar, a la vista de su entusiasmo y predisposición, que ella tuviera mucho que ver con la iniciativa de la logia para establecer correspondencia con nuestra protagonista que, tal y como se cuenta en un comentario anterior (⇑), daría como resultado que un año más tarde doña Rosario se integrara en la Constante Alona. 

Tanto La Unión Democrática  ("diario político, literario y de intereses materiales") como La Humanidad (que ve la luz cada los días 10, 20 y 30 de cada mes) dan cumplida cuenta de su llegada a la capital alicantina, de las reacciones que suscita, y de algunas de las actividades que realiza. El miércoles 17 de febrero de 1886, Rosario de Acuña y Villanueva sube al escenario del teatro Principal para recitar unas poesías de su repertorio y algunas otras que fueron escritas para la ocasión. El diario publica en la primera página de su edición correspondiente al viernes 19 una larga reseña de la velada poética, en la cual y entre otras cosas se refiere a la protagonista como la «poetisa inspirada, la escritora eminente, la adalid del progreso, la acérrima de las libertades patrias, la Hypatia española...». El autor de aquel escrito conoce de primera mano que la poeta ya se ha convertido en Hipatia, el nombre simbólico que había adoptado en su ceremonia de iniciación. Lo sabe bien, pues se trata de Rafael Sevilla Linares, director del periódico, también masón y miembro de la misma logia.

Aunque la estancia de doña Rosario no fue muy prolongada, la conexión alicantina quedó activada. Durante los días que restaban del mes de febrero y en los primeros  de marzo, La Unión Democrática reprodujo en lugar preferente buena parte de las poesías recitadas por su autora en la velada del Principal. También dio cabida en sus páginas al texto de la carta que envió al presidente (⇑) de la Asociación de Enseñanza Laica de Zaragoza. Un mes más tarde se metió en mayores honduras y publicó, en seis entregas, Hipatia (⇑), un largo escrito sobre la sabia de Alejandría. Similar finalidad propagandista cabe atribuirle a «Los descamisados de arriba» (⇑), que ocupó varias ediciones del mes de agosto, y «A las mujeres del siglo XIX» (⇑), publicado en diciembre de 1887, tras haberlo hecho días antes en Las Dominicales.  La comunicación con el señor Sevilla se mantuvo abierta: nos consta que en alguna ocasión la visitó en su casa de Pinto; también que la ilustre luchadora le mantenía informado de sus andanzas: enterado de la persecución a la que fue sometida durante el viaje que realizó en 1887 por las tierras de Galicia, reprodujo íntegramente la carta en la cual relataba a Chíes y Demófilo las denuncias que la condujeron ante el juez de Valdeorras (⇑)

La Humanidad no se quedó atrás en esta labor de divulgación de la palabra de su nueva hermana y se apresuró a publicar aquellos trabajos que más interés podían despertar en el ámbito de la masonería. Tal fue el caso de «Al pueblo masónico. La gran protectora de la masonería española» (⇑), un largo escrito publicado en junio de 1888 en el cual da cuenta de las buenas perspectivas que se abren para la orden tras su entrevista con una infanta de España; también del texto íntegro del discurso que pronunció en el acto de instalación de la logia femenina Hijas del Progreso (⇑), el cual y debido a su extensión fue reproducido a lo largo de cinco ediciones consecutivas. Tampoco faltaron las intervenciones de  Mercedes Vargas animando a sus hermanas a seguir el ejemplo de Hipatia, como lo hace en este escrito titulado «A la eminente escritora Dª Rosario de Acuña»:

«Su puro y fácil lenguaje, el elegante giro de la frase, y lo conveniente de sus argumentos, la colocan en el primer rango de los escritores españoles, y todas las que como nosotras, queridas hermanas, sienten arder en su corazón el amor a la libertad en todas sus santas manifestaciones, deben sentirse poseídas de legítimo orgullo y seguir sin vacilar la senda tan brillantemente trazada por la inspirada autora de Rienzi el tribuno».

Aunque Rosario de Acuña no participe en los trabajos habituales de la logia, su figura permanecerá unida a la Constante Alona y a las masonas (también a los masones) de aquella ciudad. Tras su visita, la conexión alicantina esparcirá sus palabras por todo su radio de acción, contribuyendo a «su activa propaganda en pro de nuestros principios y del libre pensamiento».




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