14 abril

234. «Una madrileña insigne», por Pedro de Répide

 

Pedro de Répide en una fotografía publicada en 1908
Al fin tiene, aunque tarde y no en toda la proporción que merece, los honores de la recordación y el homenaje la ilustre madrileña Rosario de Acuña. Queda rotulado con su nombre un grupo escolar que hoy se inaugura (1), entre las conmemoraciones de una fecha, la del 11 de febrero, que debió ser gloriosa, pero que en nuestra historia queda ensombrecida de tristeza, pues significa el comienzo de una República que fue perecedera y fugaz porque los republicanos no acertaron a afirmarla y guardarla y tenían a los enemigos dentro de casa, que la Historia es ejemplo.

Rosario de Acuña, contra lo que llegó a decirse no ha mucho tiempo, no carecía de un recuerdo en la villa que la vio nacer. El paseo que antes se llamaba de los jesuitas lleva el nombre de la ilustre escritora (2).Es una satisfacción para mí que la calle designada con el nombre mío se halle entre dos tan significativas de madrileñismo como la de Barrafón, el corregidor que transformó y embelleció Madrid hace un siglo, y que dejó todavía gloria suficiente para Pontejos con solo seguir ejecutando sus planes y proyectos, y la de la pensadora y poeta a quien sudisconformidad con el ambiente en que se veía obligada a vivir condujo a una existencia misantrópica.

Hoy por cierto veo también que la Sección de Pedagogía del Ateneo de Madrid celebra una sesión en homenaje a Rosario de Acuña y coloca mi nombre entre la lista de oradores. No podré asistir; pero no es menester que se marque tal o cual fecha para que yo honre la memoria de la gran madrileña que he tenido presente siempre cuanto tantos la olvidaban, y aun ahora mismo creo que otros que hablan de ella siguen sin conocerla. 

He visto el programa de la sesión del Ateneo, y me cuesta mucho trabajo creer que esté redactado por una Sección que se llama de Pedagogía. Empezando porque dice que se trata de una «velada» y la anuncia a determinada hora de la tarde. Velada, sustantivo que corresponde al verbo velar, tiene que ser forzosamente de noche y después de cenar. Claro es que después de cenar quienes todavía pueden permitirse ese lujo.

Leemos también en el texto de la invitación programa: 

«La Sección de Pedagogía, ayudada por sus colaboradoras las Secciones de Ciencias Morales y Políticas y Literatura [supongo que habrán querido decir «y de Literaturas»], gestionará la reposición en escena de la obra cumbre de doña Rosario de Acuña Rianzzi el tribuno, para la cual ha pedido un prólogo a D. Manuel Azaña, destinándose los ingresos que la reposición produzca a dotar la cantina del nuevo grupo escolar.» (Entre «produzca» y «a dotar» era indispensable una coma, pero en el texto no está).

Loable es el fin que sepersigue; pero ¿quién será Rianzii? De los admiradores improvisados nos libren los dioses. ¡Bien que tanto se repentiza y se improvisa en estos tiempos! ¿Y para eso complican a la Sección de Literatura? El drama que Rafael Calvo estrenó a Rosario de Acuña en el teatro del Circo la noche del 12 de enero de 1876 se titulaba no Rianzzi, sino Rienzi el tribuno, y su protagonista (resulta que toda hay que explicarlo) era y es Nicolás Rienzi, el revolucionario romano del siglo XIV que soñó con la República de Roma y la unión de Repúblicas italianas, y que enloquecido, cegado por la ambición y la soberbia, malogró la revolución, convirtiéndose en dictador y tirano y acabando desastrosamente. 

Al drama que representa ese personaje, tema también de la primera ópera de Wagner, no se sabe si de Azaña o de Benito, pero no tanto, desde luego, de doña Rosario, puesto que juzgan que a su obra le falta algo, desean que ponga un prólogo el actual jefe del Gobierno. Prólogo que bien claro se dice que es para la reposición en escena, es decir, para la representación. Por fortuna, el presidente del Consejo de Ministros posee un talento y una conciencia literarios que es de creer le libren de atender a semejantes solicitudes. Aunque ya ha confesado lo dócil que es a las sugestiones de sus amigos y comensales, y dice que va adonde le llevan. Como el loro del cuento.

Placa colocada en 1991 en la casa natal de Pedro de Répide situada en la calle de la Morería
Por otra parte, repito que sigue extrañándome ver autorizada la redacción de tal programa por la Sección de Pedagogía del Ateneo de Madrid, y que más bien lo creo efecto de haber querido descansar en un encargo hecho ligeramente y aceptado y cumplido con igual ligereza. Por más que de todo tiene la viña pedagógica. Si no, que lo declaren los alumnos de algún instituto de los modernamente creados en Madrid, y donde se hacen preguntas como las siguientes:

– ¿Cuál es el número del teléfono de don Fulano de Tal?

– ¿A qué hora sale el corto de Guadalajara?

Eso de convertir a los discípulos en informadores de las menudencias que al profesor le interesa conocer en un momento determinado y cobrar un sueldo de catedrático, que además puede atraer otro u otros, en la Península o fuera de ella, sin incompatibilidad que valga, es posible que tenga su intríngulis pedagógico. Y no deja de ser divertido que sean formuladas estas interrogantes:

– ¿Por dónde le entra el agua al coco?

– ¿Quién fue el padre de los hijos del Zebedeo?

Volviendo, para terminar, al recuerdo de Rosario de Acuña, comprendemos su apartamiento voluntario de la sociedad en que debió brillar, y la vemos en su retiro de Pinto, cerca de la torre que sirviera de prisión a la princesa de Éboli, o atisbamos de nuevo su figura en las soledades de la costa de Cantabria y de Asturias, llena de desdén para la mayor parte de lo que medraba en sus días y avizorante del porvenir con que soñaba. 

Una de sus obras se titula Morise a tiempo. Título que tiene la significación con que a veces lo subconsciente aparece en la labor de los artistas. Rosario de Acuña se murió a tiempo. Quién sabe si no las amarguras y las decepciones que hubiera sufrido cuando precisamente creyera haber alcanzado a ver la realización de los ideales de toda su vida.

La Libertad, Madrid, 11 de febrero de 1933 

 

Notas 

(1) En efecto, el grupo escolar Rosario de Acuña fue inaugurado el 11 de febrero de 1933 por Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República. Tal y como se recoge en un comentario anterior (⇑), cuenta con comedor, biblioteca, duchas, patio cubierto, servicio médico-escolar, vivienda para el conserje y seis secciones para unos trescientos alumnos...

(2) Además de este paseo, en el callejero de Madrid había otra calle con su nombre (véase el comentario 179. A vuelta con sus calles ⇑).




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