12 agosto

294. Refugio para la infancia

 

«Una parte del Ejército de Marruecos se ha levantado en armas contra la República»: el titular que abría la portada del diario madrileño La Voz entenebreció aquel sábado de mediados de julio, por más que a las grandes letras siguieran otras más pequeñas y, presuntamente, tranquilizadoras: «Nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a este absurdo empeño». La noticia y el desasosiego se expanden a provincias por medio del telégrafo y de la radio. Al día siguiente, domingo 19, el gijonés El Comercio  publica a toda página: «El Gobierno, en una nota oficiosa, emitida por la Radio-Madrid, declara haberse producido una sublevación en Marruecos, que no había prendido en España, donde la tranquilidad es completa». A pesar de esa tranquilidad completa de la que habla el periódico, nada será igual desde entonces. Mucho menos para quienes vieron cómo, en aquel verano del treinta y seis, les arrebataban su mirada infantil y pasaron a convertirse, de un día para otro, en «los niños de la guerra».

Puerta de entrada al refugio Rosario de Acuña, Gijón  (Fotografía de Constantino Suárez, Museo del Pueblo de Asturias)

 La infancia despojada, expoliado su mañana... y no solo por las guerras, que también hubo expósitos, que también hubo inclusas que cobijaban a niños abandonados. Estos establecimientos de acogida y crianza, sustentados sobre los pilares de la caridad y la beneficencia, no estaban libres del  dolor y de la muerte. En el mes de junio de 1916 los médicos de la inclusa de Madrid presentaron un informe demoledor: «Se mueren más de la mitad en los dos primeros meses de la vida»; y en cuanto a los niños que ingresan para su crianza con biberón, «se mueren todos». Los estremecedores datos de esta memoria –presentada ante el Cuerpo Médico de la Beneficencia Provincial, el vicepresidente de la Diputación y los diputados visitadores– se hicieron públicos y ocuparon las primeras páginas de algunos periódicos de la capital. 

En un escrito titulado «Los incluseros», Consuelo Álvarez Pool, Violeta, cuenta que los males vienen de atrás, que ella misma había denunciado las penurias que había visto en el establecimiento, que ni la gestión encomendada a la Junta de Damas, ni la asistencia que prestaban las Hermanas de la Caridad se ajustaban a las necesidades de las criaturas. El artículo llegó a manos de Rosario de Acuña, quien no tarda en coger la pluma para mostrar su apoyo a la compañera y amiga, para decir que la protección a los pequeños no puede sustentarse en la «generosidad» de quienes quieren ganarse un puesto en el paraíso, no puede estar sujeta al poder de la Iglesia católica, sino regida por la fraternidad y la justicia: «Mientras el Estado no sea laico, estaremos dando vueltas, inútilmente, como burros atados a noria de cangilones rotos». 

Está convencida de que la protección a los pequeños no puede estar en manos de la Iglesia, tampoco su educación. Lleva ya muchos años batallando contra el clericalismo hegemónico que perpetúa la superstición, el atraso y la sinrazón. Lo hace con la mirada larga, con la esperanza puesta en que la sementera de una educación racionalista termine por dar sus frutos. De ahí que preste su apoyo público a las escuelas laicas que abren sus puertas en Cádiz, Zaragoza o las que en Madrid pone en funcionamiento la sociedad Los Amigos del Progreso, de la cual es presidenta honoraria, junto a Pi y Margall o Nicolás Salmerón. De ahí que en 1911, convertida ya en una ciudadana gijonesa más, no dude en aceptar la invitación de los promotores de la Escuela Neutra Graduada de Gijón  para dirigir unas palabras en el multitudinario acto de inauguración. Del título del discurso ya se puede deducir el contenido de su intervención:  «El ateísmo en las escuelas neutras» (⇑)

En sintonía con el sentir de sus promotores, que prefirieron la denominación de «neutra» en vez de «laica» para mitigar los recelos de una parte de sus potenciales patrocinadores, su intervención se centró en intentar convencer a las mujeres allí presentes, la mayoría de ellas madres preocupadas por las acusaciones vertidas por los sectores convencionales, de que aquella no era una «escuela sin Dios», por más que tenga el firme propósito de caminar «hacia las cumbres de la razón», sin supeditarse al «estrecho criterio que informa a todos los mercenarios de la fe». Les argumenta que no es una escuela atea porque gracias al estudio de las leyes de la naturaleza, «el alma del niño evoluciona ante las maravillas que se le hacen conocer», abriéndole la puerta a intuir la presencia de un dios autor de la naturaleza, «de cuyos altares son sacerdotes todas las criaturas humanas». 

Si se tercia, de las palabras, pasa a los hechos; de aquel discurso tan alabado que fue impreso y repartido con profusión, pasa a la acción, a colaborar con un maestro que impartía clases al aire libre, frente al mar, al otro lado de la bahía gijonesa. Tal y como se cuenta en el comentario 154. Alpargatas para todos (⇑), aquel joven le habló de métodos activos, de atender las necesidades del niño, de una enseñanza intuitiva, progresiva y práctica, de que prefería dar las clases al aire libre, en contacto con la naturaleza...Y doña Rosario volvió para echar una mano, para intentar contagiar a aquellos niños su amor a la naturaleza, para leerles sus cuentos que hablaban de graneros y de insectos o para contarles sus ascensiones a las montañas, sus expediciones a caballo por buena parte de España...

Han pasado unos meses desde que en los periódicos se leyeran los titulares afirmando que «la tranquilidad es completa», tras aquella sublevación en Marruecos, «que no había prendido en España». Han pasado ya unos meses desde que, a pesar de lo escrito, en los nefastos días de julio del treinta y seis la guerra también hubiera prendido en Asturias, pues el coronel Antonio Aranda Mata, gobernador militar de la región, como el también coronel Antonio Pinilla Barcelo, jefe del Regimiento de Infantería de Montaña «Simancas», se unieron a los sublevados. Con la muerte de los primeros milicianos en el sitio de Oviedo, en los frentes de Abuli, El Cristo o El Naranco, aparecieron los primeros huérfanos: solo en Gijón y en los primeros días de guerra se recogieron varias decenas de niños sin familia. 

 Fue entonces cuando la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (ATEA) puso en marcha varios orfanatos para atender a estas niñas y a estos niños a quienes la guerra privó de sus padres. Se fueron abriendo a medida que se fueron necesitando, a medida que la denominada Campaña del Norte se fue cobrando más vidas, fue dejando más huérfanos. Se utilizaron aquellos edificios disponibles, ya fueran antiguos colegios religiosos o espaciosa quintas que habían pertenecido a la alta burguesía. 

Cuidadora con dos niños del Refugio de Niños Rosario Acuña, Gijón (Fotografía de Constantino Suárez, Museo del Pueblo de Asturias

A la hora de las denominaciones, no se olvidaron de Rosario de Acuña. Así, junto al Orfanato Félix Bárcena (sito en la localidad piloñesa de Sevares) o el Orfanato Alfredo Coto (ubicado en el antiguo colegio gijonés San Vicente), en la denominada quinta Bauer, un palacete situado en la zona residencial de Somió, abre sus puertas el Orfanato Rosario de Acuña para acoger a Emilia, Carlos y Carmen González, de Mieres; a Nieves y María López Cortés, de Moreda; a Emérita y Rafael Fernández González, de Turón; a Florentina, Faustino y Perfecta Fernández Hevia, de Figaredo; a Alfredo, Manuel y Valentina, de Ciaño; y a varias decenas más.





También te pueden interesar



Semanas después del exitoso estreno de Rienzi el tribuno, se casa con un joven militar y traslada su residencia a Zaragoza. Alejada de Madrid, su amigo José Echegaray la representó y asesoró desde la distancia...
 
 


Muestra de una gráfica de líneas229. Estadísticas y algo más
Resultando muy gratificante enterarse de la satisfactoria evolución de la audiencia –y, más aún, conocer a algunas de las personas que se encuentran detrás de esos datos–, no conviene olvidar que el objetivo último...


Suances. Ilustración publicada en los años ochenta en la que aparece la torre situada a la entrada de la ría167. ¡Se acabó!
Durante la noche del dos al tres de abril del año 1905 se comete un robo en una finca de la localidad cántabra de Santa Cruz de Bezana. El suceso tiene importancia, pues no solo se han llevado un buen lote de gallos y gallinas, sino también...



Fotografía de hórreos beyucos, con tejados a cuatro vertientes (archivo del autor)89. El vaquero (Recuerdos de las montañas de Asturias)
Era huérfano de padre; su madre quedó enferma al quedar viuda con seis rapaces como él, año más, año menos; tenían hambre todos, y a todos los despidió para que se buscaran la vida; él era el más listo y logró aquella casa donde al menos...



Relación de donantes y cabecera de El Motín del 29-11-192443. El donativo de la difunta
Ya es extraño, ya, pero año y medio después de su muerte Rosario de Acuña figura como donante en las páginas de El Motín. No fue ésta la única vez. Claro está que todo tiene una explicación. Bueno, tanto como todo... Sería mucho decir...




 
© Todos los derechos reservados – Se permite la reproducción total o parcial de los textos siempre que se cite la procedencia 
Comentarios, preguntas o sugerencias: info.rosariodea@gmail.com