Presentación

 

A finales de los sesenta del pasado siglo pocos eran los que podían decir cosa alguna de Rosario de Acuña y Villanueva. Apenas habían pasado cuatro décadas desde su muerte y su memoria parecía haberse desvanecido. Hubo quien, no obstante, atraído por el eco lejano de su nombre, se adentró voluntarioso entre la neblina para intentar encontrar algún rastro de esta mujer cuyo nombre permanecía incrustado en los acantilados gijoneses. Patricio Adúriz, uno de los entusiastas investigadores de entonces, lo contaba así en la primera de las cinco entregas publicadas por el diario El Comercio en febrero de 1969 (⇑):

Hace muchos años que nos veníamos preguntando ¿quién era Rosario Acuña? Esa ignorancia nuestra, compartida por el común de los gijoneses, vino a ser como una obsesión lacerante. Y es el caso que es una realidad que teníamos ahí, al alcance de la mano. Frases como ésta: estuve por Rosario Acuña, o, fui a darun paseo hasta Rosario Acuña, se repiten, al cabo del año, miles de veces. A muchos, no obstante, este que vino a ser topónimo con carta de naturaleza entre nosotros, no les espoleaba la curiosidad. A otros, sin embargo, sí. Y éramos muchos los curiosos por lo que pude apreciar andando el tiempo.

Un día, entrado este invierno fui hasta el cementerio de Ceares. Quise localizar la tumba de esa mujer cuyo recuerdo, sin decirnos nada, nos atraía no sé por qué. La tarde, lluviosa y gris, daba la impresión de envolverlo todo en un aire de misterio. Los zapatos al hollar el verde césped embebido en agua, chapoteaban sordamente. Hubo vacilación porque, al pronto, no dimos con su tumba. Luego, con más parsimonia, dimos con ella. Casi a ras de tierra. Casi adosada contra el muro. Casi sin nada que la hiciese reconocible a no ser una escueta y menuda lápida con esta inscripción: en tres renglones: Rosario Acuña. Escritora ilustre. 1851-1923. Nada más. Así, a secas.

Han pasado ya más de cinco décadas desde entonces, y a lo largo de este tiempo las cosas han mejorado sensiblemente, baste como prueba el hecho de que ahora ya sabemos que su nacimiento no tuvo lugar en el año que aparecía en la lápida transcrita más arriba, sino un año antes: el primer día de noviembre de 1850 (⇑). Gracias a las aportaciones de Patricio Adúriz, Amaro del Rosal (⇑) y Luciano Castañón, que fueron los que iniciaron el proceso de recuperación de su memoria, y las de quienes le sucedieron en el empeño ( María del Carmen Simón Palmer (⇑), Sara Suárez Solís, José Bolado (⇑), Elvira María Pérez-Manso, Mauro Muñiz, María Teresa Álvarez, Christine Arkinstall, Pedro Álvarez Lázaro,  María José Lacalzada, Sergio Sánchez Collantes, José Ramón Saíz Viadero, Matilde Camús, Daniel Palacio, Ana María Díaz Marcos, Íñigo Sánchez Lama,  Esther Zaplana, Luis Roda, Víctor Guerra, María de los Ángeles Ayala, Javier Ramos, Solange Hibbs-Lissorgues, Aquilino González Neira, Marta Fernández Morales, Luis Miguel Piñera, Elena Hernández Sandoica o Macrino Fernánez Riera, autor de estas líneas, así como de los libros Rosario de Acuña en Asturias (2005)  (⇑)Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (2009) (⇑), ¿Quién fue Rosario de Acuña? (2017) (⇑)Rosario de Acuña  (2019) (⇑) y de Rosario de Acuña. Actualidad y legado en el año de su centenario (2023) (⇑),  ahora conocemos mucho mejor quién fue esta ilustre librepensadora y qué papel desempeñó en la soterrada, o no tanto, batalla ideológica que se vivió en España durante el Periodo Interrepublicano (1875-1931).

Ahora sabemos que fue poeta, articulista, productora teatral, autodidacta, regeneracionista, masona, publicista, melómana, iberista, conferenciante, republicana, dramaturga, avicultora o montañera; una tenaz propagandista de la libertad de conciencia, una empecinada luchadora contra la marginación de la mujer, unaincansable defensora de los más desfavorecidos...

Puesto que, a resultas de esta tarea colectiva iniciada a finales de los sesenta del pasado siglo, cada cual con sus aportaciones, hemos conseguido reconstruir los hitos más importantes de su biografía y recuperar buena parte de su obra, (disponible todo ello en: Rosario de Acuña. VIDA y OBRA (⇑), una página con pretensiones de actualización continua), creo llegado el momento de pasar al análisis de cuanto conocemos a través de estos comentarios. Os invito a ello. 

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