17 octubre

278. Montañeras tras sus pasos

 

Anuncio del homenaje del grupo de montaña Muyerada
A unas cuantas mujeres aficionadas al montañismo se les ha ocurrido la feliz idea de reunirse arriba, en la montaña, para recordarla. 

Quienes siguen este espacio coincidirán conmigo en que este año, el año del centenario de su muerte, a Rosario de Acuña se la está recordando con iniciativas que, si algo tienen en común –aparte de compartir el objetivo de recuperar su memoria– es su heterogénea diversidad.

Y lo digo pensando no solo en las actividades que se han venido desarrollando (y las que aún lo harán en las próximas semanas), sino también en los escenarios que han tenido lugar, en las personas a las cuales se han dirigido o en los grupos que las han organizado. 

El centenario no está siendo, como ha sucedido en otros casos, un asunto que haya figurado en el calendario de las altas instancias culturales del país, ni mucho menos.  Hasta donde yo conozco, con la excepción de  los ayuntamientos de Pinto y de Gijón que han promovido o apoyado algunos de ellos, la organización y realización de actos en recuerdo de nuestra protagonista han corrido a cargo de diferentes grupos o asociaciones. Tal es el caso de Fórum de Política Feminista, Ateneo Obrero de Gijón,  Escuela Feminista Rosario de Acuña, Seminario de Historia Local de Pinto o Asociación Feminista de Asturias.  

Si plurales y diversas han sido las actividades (charlas, exposiciones, representaciones teatrales,  conferencias, presentaciones de libros o recitales de poesía), diversos y plurales fueron los escenarios en que tuvieron lugar (teatros,  aulas de colegios e institutos, calles, salones de actos o cementerios). Cuando aún quedan semanas para que concluya 2023, el año del centenario, hemos sabido de este nuevo homenaje que unas montañeras le van a tributar el último domingo de octubre en el Macizo Oriental de los Picos de Europa: un nuevo grupo, una nueva actividad, un nuevo escenario. 

Hace un par de semanas una concejala del Ayuntamiento de Gijón me comentó que pertenecía a un grupo de montaña integrado por mujeres y que tenían pensado ascender a la Pica del Jierro, la misma cima que Rosario de Acuña ascendió con anterioridad al año 1891 aunque ella la conociera entonces por otro nombre, tal y como se explica en el comentario 152. El Evangelista (⇑)

Luego resultó que el grupo se denomina La Muyerada, que fue creado en 2018 por varias mujeres aficionadas a la montaña y que el homenaje a Rosario de Acuña se realizará el día 29 de octubre con una marcha desde el Jitu Escarandi hasta el refugio de Ándara que concluirá con una charla y comida de hermandad.  

Cierto es que no será la primera vez que se ascienda a esa cumbre para homenajear a aquella entusiasta del montañismo. Ya se hizo treinta años atrás, cuando en el verano de 1993 la Agrupación de Montaña Astur Torrecerredo y el Ateneo Obrero de Gijón organizaron una ascensión a la cumbre para recordar a la montañera Rosario de Acuña, «por ser pionera entre las amantes de la escalada». Y es que al decir de Vicente Bernaldo de Quirós, el autor del reportaje en el que se da cuenta de la iniciativa, algunas de las mujeres que disfrutan con la montaña «critican el escaso número de mujeres que ocupan cargos directivos en los grupos de montaña y piensan que debe acabarse con el tabú de que la montaña es solo cosa de hombres». 

Si es cierto, como queda dicho, que no es la primera vez, sí que lo es que en esta ocasión el grupo de montaña que ascenderá a la cumbre nació precisamente para romper ese tabú del que se hablaba décadas atrás. La Muyerada es un grupo dirigido por mujeres e integrado por mujeres, y mujeres serán las que asciendan a la Pica del Jierru-El Evangelista, las que compartan comida en el refugio de Ándara, las que rindan homenaje a Rosario de Acuña, pionera (también) en el montañismo. 

Cuando leía la información que aparece en la imagen que ilustra este comentario, no pude menos de acordarme de una cena que, supuestamente, compartieron Pedro Pidal, Gustav Schulze y el conde de Saint-Saud  y a la que me refiero en el artículo «Arriba, en la montaña» (⇑) (La Nueva España, 24 de octubre de 2022). No pude menos de intentar imaginar de nuevo lo que pudieron haber hablado entonces acerca de una mujer que como ellos gustaba de ascender a lo más alto de las montañas, también de lo que hubieran dicho ahora al enterarse de este homenaje que un grupo de montañeras le van a rendir arriba, en la montaña. 

Como quiera que no es posible saberlo, concluiré este comentario de la misma forma que entonces, con el último párrafo de aquel artículo:

Lo que no cuenta la leyenda es si en aquella cena que en 1907 reunió en una fonda de Ribadedeva a tres afamados montañeros se habló del asunto, si se contó algo acerca de historias o comentarios de los lugareños referidos a una mujer que gustaba ascender a lo más alto de las montañas armada de báculo y pamela, si alguno de los presentes mencionó haber encontrado rastros de su presencia por las alturas o aseguró haber escuchado bien arriba, en las agrestes cimas, el eco de aquellas palabras pronunciadas por una montañera al contemplar desde la cumbre el inmenso anfiteatro de la vida.

Ese mismo eco, que no sabemos si llegaron a percibir aquellos afamados personajes,  es el que ahora unas mujeres, montañeras como ella, escucharán cuando, el último domingo de octubre, asciendan a lo más alto, tras sus pasos.



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