Con este precioso cuento dirigido al alumnado del primer ciclo de Primaria se cierra el círculo: ya se puede decir que Rosario de Acuña está en las aulas, en todas las etapas, accesible desde los niveles iniciales hasta el bachillerato.
Ella era bien consciente de que para obtener una buena cosecha había que realizar antes una buena sementera, que para que el futuro fuera mejor que el presente había que lograr que las nuevas generaciones tuvieran la mejor educación posible. De ahí que en su etapa de publicista, en plena campaña de Las Dominicales, encontrara tiempo para escribir unos cuentos que pudieran ser usados en las escuelas como cartilla de lectura. Tal fue el caso de La casa de muñecas, Certamen de insectos o La herencia de las fieras, que fueron declarados de utilidad por el Consejo de Instrucción Pública para ser utilizados en las escuelas de primera enseñanza.
Regina Lamo Jiménez (su amiga y sobrina, la hija de Micaela y Anselmo (⇑), la hermana de Carlos, el buen discípulo (⇑)), que compartía con ella la importancia de la educación en la construcción del futuro deseado, estaba también convencida de que el ejemplo de aquella mujer excepcional debía de estar bien presente en las aulas. De ahí que no escatimara esfuerzos hasta conseguir la publicación de Rosario de Acuña en la escuela, con el confesado objetivo de convertir los escogidos textos de doña Rosario en material de lectura y reflexión. Al fin, en 1933, ve la luz el libro con un subtítulo que supone toda una declaración de intenciones: Tomo I. Cuentos. Versos. Artículos. Fragmentos. Escenas. Dedicatorias. Pensamientos. Descripciones. Doctrinas de Rosario de Acuña. Aquel primer tomo fue también el último, pues el proyecto no tuvo continuidad en aquellos años de la República. Luego... nada. La pantalla se puso en negro para todo cuanto tuviera que ver con ella.
No será hasta finales de los sesenta cuando la espesa neblina que había ocultado todo vestigio de su testimonio durante décadas empiece a disiparse. Amaro del Rosal, Luciano Castañón y Patricio Adúriz iniciaron por entonces lo que se convertirá en una larga tarea colectiva de recuperación de su memoria que, poco a poco, irá aportando nuevos datos acerca de su vida y de su obra (⇑). Así fue como a finales del siglo pasado el nombre de Rosario de Acuña empezó a aparecer en manuales y monografías integrando las listas de dramaturgas, de masonas o de poetas.
Lejos estaba aún el momento en que tuviera cabida en las aulas escolares. Con la excepción del instituto que en Gijón lleva su nombre (donde desde hace ya más de dos décadas decidieron entregar, año tras año, un libro al alumnado del último curso de bachillerato: primero fue Rienzi el tribuno-El padre Juan (Teatro), la edición de María del Carmen Simón Palmer (⇑) publicada en 1990; luego Rosario de Acuña en Asturias (⇑); y más tarde, ¿Quien fue Rosario de Acuña? (⇑)), no conozco ningún otro centro escolar que, de una u otra manera, la haya incorporado a los quehaceres académicos.
Bueno, visto lo visto, tengo que rectificar, pues cuando hace unos meses acudí al colegio Príncipe de Asturias, situado en el gijonés barrio de La Calzada, me enteré que aquellas alumnas que levantaban la mano para preguntarme cosas sobre nuestra protagonista, que aquellos alumnos que tomaban notas en su cuaderno, ya la conocían. Según me contó Ana Alonso Iglesias, la jefa de estudios del centro, quienes integraban los grupos del sexto curso allí presentes habían sabido de ella cuando semanas atrás y en vísperas del 8M, habían trabajado con el libro Asturianas, escrito por Alicia Álvarez, y ahora, con ocasión del centenario de su muerte, querían conocer más cosas sobre ella.
Ahí estaba Rosario de Acuña, en las aulas del último ciclo de Primaria, compartiendo espacio con Aida Lafuente, Corín Tellado, Margarita Salas, Xosefa Jovellanos y otras mujeres asturianas. Con este libro, que había sido publicado tan solo unos meses antes, a finales de 2022, se iniciaba la tan esperada llegada de Rosario de Acuña a los colegios.
Unos meses después les llegó el turno a los institutos pues, como ya quedó dicho en un comentario anterior, la Dirección General de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón ha editado una unidad didáctica elaborada por Carmen Suárez que plantea diversas actividades relacionadas con la vida y obra de Rosario de Acuña y que están especialmente dirigidas al alumnado de Secundaria y Bachillerato. Aunque creo que los cuadernillos con las veinticinco propuestas para debatir y reflexionar ya han llegado a su destino, también se puede acceder a su contenido pulsando aquí (⇑).
Cien años después de su muerte, la presencia de Rosario de Acuña en las aulas se completa con la llegada de Érase "Rosario de Acuña", un cuento escrito por Itziar Gutiérrez Tamargo e ilustrado con unas preciosas imágenes de Malicia, en cuyas páginas las lectoras más pequeñas y los lectores primerizos pueden conocer, entre otras cosas, que la protagonista de la historia luchaba por conseguir que la educación de las niñas fuera igual que la de los niños, por más que en aquellos lejanos tiempos no era así, ni mucho menos.
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