Las mujeres españolas emancipadas de la rutina religiosa están de duelo. Ha muerto la gran mujer que un día enarboló en el baluarte del libre examen la hermosa bandera del más sagrado de los derechos, llamando a agruparse bajo ella a las conciencias femeninas.
Natural es que nosotras, las que fuimos despertadas por su elocuente voz del sueño de la inconsciencia, nos lamentemos hoy de tan sensible pérdida; porque Rosario de Acuña era una estrella luminosa en el brumoso cielo de la conciencia nacional y a sus fulgores pudieron distinguir muchas almas el recto camino que lleva a la verdad y la razón. Aquellos sus artículos publicados en Las Dominicales, que hicieron célebre su magistral pluma, serán siempre recordados por todos los amantes de los fueros del pensamiento humano.
La pluma de la señora de Acuña fue una formidable piqueta golpeando sin descanso en el vetusto alcázar de la tradición. La admirable pensadora con lógica contundente arremetía contra todos los absurdos del dogma católico, pero entre las filigranas de su inimitable y valiente estilo, asomaban los tiernos y exquisitos sentimientos de su elevado espíritu verdaderamente religioso. Y por esto, su resonante voz vibraba fuertemente en las almas femeninas, penetrando hasta el fondo de las más místicas y piadosas, que abandonaban resueltas el culto del altar católico por el culto más alto de la victoriosa razón.
Así era de ver el inmenso número de adhesiones que llegaban a manos de la famosa propagandista, firmadas por mujeres españolas. Fue una explosión de entusiasmo que la reacción se encargó prontamente de apagar; pero no hay duda que los corazones de todas aquellas mujeres quedaron grabadas con indeleble sello.
Podrían las fuertes influencias del ambiente jesuítico cambiar las manifestaciones exteriores de esas mujeres, pero sus almas seguirán siendo libres, y al imprimir sus sanos besos de madre sobre las frentes de sus hijos, lo harán sin las estupideces del ciego fanatismo.
Rosario de Acuña habrá muerto quizá con el pensamiento entristecido ante la perspectiva de una España esclava de los hijos de Loyola; mas ya su valiente espíritu, desde las altas regiones donde mora, percibirá que su labor no ha sido perdida, que su siembra fructificará rápidamente cuando las circunstancias porque hoy atraviesa nuestro país desaparezcan, y el suelo, libre del cieno que lo cubre pueda dejar brotar todo lo que ha sido sembrado.
Hasta sus últimos años, la pluma férrea de la escritora de alma inquebrantable ha fustigado sin parar las mentiras e hipocresías que inficionan el ambiente patrio, asombrándonos que en su avanzada edad conservara tan perfectamente los ímpetus juveniles, la gallardía y donosura de sus mejores años. Y es ello la prueba más evidente de que tan admirables atributos no tienen su asiento en el organismo material, que residen en el espíritu, decidido a cumplir su destino en la tierra, a pesar de todos los obstáculos que el mundo ponga a su paso.
El alma de Rosario de Acuña, abierta siempre a los efluvios del espacio, tenía la conciencia de su misión, ya hoy cumplida; que ella nos fortifique en las luchas de la vida por la liberación humana; que ella, que hasta última hora ha persistido en la creencia en ulteriores fines, siga desde el infinito prestándonos las energías potentes de su ser, para continuar esa labor de los siglos de separar la verdad del error, de combatir las imposiciones del fanatismo que entenebrecen la existencia del hombre, a pesar de sus esfuerzos por acabar con un mal tan antiguo.
Bendigamos la memoria de la valiente mujer que pasó la vida aprovechando todas las horas de ella en una titánica empresa, cual es la de levantar esa espantosa mole que pesa sobre el pensamiento humano.
Valencia, mayo, 1923
Amalia Carvia
Nota. Este comentario fue publicado originariamente en blog.educastur.es/rosariodeacunayvillanueva el 8-10-2010.
También te pueden interesar
172. De médicos y enfermedades
Una historia que dio comienzo el primer día del mes de noviembre de 1850, cuando el doctor Pablo León y Luque la ayudaba a nacer en el domicilio familiar, y termina en el momento en que el doctor Alfredo Pico Díaz certifica...
Una historia que dio comienzo el primer día del mes de noviembre de 1850, cuando el doctor Pablo León y Luque la ayudaba a nacer en el domicilio familiar, y termina en el momento en que el doctor Alfredo Pico Díaz certifica...
123. La otra Rosario de Acuña
El abandono del segundo apellido de la mujer representa una clara pérdida de su identidad, lo cual, según los casos, podría llegar a tener cierta trascendencia, como en el caso que nos ocupa: Rosario de Acuña, esposa de un juez, interpreta una pieza teatral en Andújar, la tierra de su padre...
El abandono del segundo apellido de la mujer representa una clara pérdida de su identidad, lo cual, según los casos, podría llegar a tener cierta trascendencia, como en el caso que nos ocupa: Rosario de Acuña, esposa de un juez, interpreta una pieza teatral en Andújar, la tierra de su padre...
95. La fiabilidad de la Wikipedia
Frente a la inercia de una parte del saber establecido, el trabajo de unos cuantos colaboradores ha hecho posible que, en la actualidad, la entrada «Rosario de Acuña» de la Wikipedia sea fiable. Tan fiable, que es la información de referencia...
Frente a la inercia de una parte del saber establecido, el trabajo de unos cuantos colaboradores ha hecho posible que, en la actualidad, la entrada «Rosario de Acuña» de la Wikipedia sea fiable. Tan fiable, que es la información de referencia...
50. Homenaje a Rosario de Acuña en Portugalete
Volney Conde-Pelayo, escritor «radical» e integrante de una destacada familia de Portugalete, lleva años intentando rendirle el homenaje que, en su opinión, los republicanos españoles le deben a doña Rosario de Acuña. Al fin, en el verano...
Volney Conde-Pelayo, escritor «radical» e integrante de una destacada familia de Portugalete, lleva años intentando rendirle el homenaje que, en su opinión, los republicanos españoles le deben a doña Rosario de Acuña. Al fin, en el verano...
20. Tocaba nadar contra corriente
Aunque no había concluido, ni mucho menos, mis investigaciones ya podía aportar algunos datos que podían clarificar algunos aspectos de su vida, ocultos bajo la capa que el olvido y la inercia habían tejido durante años. En aquellas páginas aparecían datos contrastados...
Aunque no había concluido, ni mucho menos, mis investigaciones ya podía aportar algunos datos que podían clarificar algunos aspectos de su vida, ocultos bajo la capa que el olvido y la inercia habían tejido durante años. En aquellas páginas aparecían datos contrastados...