Dado lo mucho que se ha escrito sobre las actividades llevadas a cabo por la Inquisición a lo largo de su existencia, a nadie se le oculta que hubo momentos en los cuales el Tribunal del Santo Oficio ejerció un férreo control en los territorios de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragón. Nada se escapaba al largo brazo del Inquisidor General, ni lo que se hacía, ni lo que se decía, ni –claro está– lo que se pintaba o lo que se escribía.
Así las cosas hay quien piensa que hubo autores que utilizaron una especie de código secreto para burlar a los inquisidores, de manera tal que los objetos representados en un inocente bodegón no serían tales sino elementos de un mensaje cifrado o que en los pasajes de un libro caballeresco, publicado con el preceptivo nihil obstat de la prelatura, se escondían toda suerte de interpretaciones acerca de la católica España de los Austrias.
Imbuidos por esta idea, algunos creyeron ver en las páginas del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha toda suerte de mensajes que don Miguel de Cervantes habría ocultado bajo el ropaje del simpar caballero. Noticias tenemos de que a lo largo del siglo XIX hubo quien se aplicó con afán a la tarea de descubrir la verdad del Quijote: Nicolás Díaz Benjumea, Benigno Pallol o Adolfo Saldías son algunos de ellos; también Baldomero Villegas, un cántabro, de Santoña, que se empleó a fondo en esta labor como lo demuestra la publicación de varias obras sobre este tema:
- Estudio tropológico sobre el D. Quijote de la Mancha del sin par Cervantes. Burgos: Imp. del Correo de Burgos, 1899.
- La revolución española. Estudio en que se descubre cuál y cómo fue el verdadero ingenio del Quijote y el pensamiento del simpar Cervantes. Madrid: Imp. de Fontanet, 1903.
- La cuestión social en el Quijote. Reto en tres cartas abiertas a D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Madrid: Imprenta Moderna, 1904.
- Cervantes, luz del mundo. Enseñanzas cervantinas crítico-apologético-metafísicas (Discurso leído en el Ateneo de Madrid el 12 de abril de 1915). Madrid: Imp. de Fontanet, 1915.
¿Qué posición ocuparía doña Rosario de Acuña, admiradora confesa de la genial obra cervantina (⇑), en este tema? He aquí la respuesta:
Ni una sola voz, ni incidentalmente siquiera, al menos en lo que yo he leído, se ha hecho mención en este Centenario, de sus primorosos, morales y racionales libros sobre ese evangelio de purezas y enseñanzas que se llama el Quijote. ¿Habrá míseros y ramplones en nuestra patria entre los que se llaman kultos? Y es tal mi indignación, que no puedo menos de tomar la pluma y dirigirme a usted haciendo que mi protesta le demuestre que no todos los españoles nos hemos vuelto ya cuadrumanos; a mucha honra tengo sostenerme en dos pies y dominando los instintos de la animalidad, casi enseñoreada de nuestros compatriotas…
Que conste mi protesta. Ínterin las faldas manejadas por delegados del Vaticano gobiernan a España, todos los que son como usted están sentenciados al ostracismo, cuando no al martirio. ¡Cuándo se librará la patria de esta pesadilla!
Es siempre su amiga
Que conste mi protesta. Ínterin las faldas manejadas por delegados del Vaticano gobiernan a España, todos los que son como usted están sentenciados al ostracismo, cuando no al martirio. ¡Cuándo se librará la patria de esta pesadilla!
Es siempre su amiga
ROSARIO DE ACUÑA Y VILLANUEVA
Nota. Este comentario fue publicado originariamente en blog.educastur.es/rosariodeacunayvillanueva el 15-10-2010.
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