Escribo estas líneas horas después de que se hiciera pública la muerte de Marcelino Camacho. Luego resultó que la noticia no era tal, que el dirigente sindical se encontraba ingresado en un hospital de Madrid en estado muy grave, pero que no había muerto. Al parecer, los errores se sucedieron: una agencia proporcionó la noticia –sin haberla contrastado, se supone– a sus abonados, algunos de los cuales la publicaron sin más. Hete tú aquí, que hay quien llama a la familia y comprueba que lo publicado no es cierto, que el fundador de CCOO está grave, pero aún vive.
Sirva el hecho como muestra de la confusión que rige nuestros actos: tal parece que nos importa más la cantidad que la calidad, la rapidez que la verdad. ¿Para qué perder tiempo contrastando una fecha, un dato... una muerte?
Y si esto sucede con hechos contemporáneos, de fácil comprobación, ¿qué no sucederá con asuntos acaecidos décadas atrás? De eso sabemos bastante todos cuantos nos dedicamos a rastrear las fuentes del pasado: los errores, las pistas falsas, suponen mayor contratiempo que la ausencia de datos. Veamos un ejemplo en el asunto que nos compete: cuando empecé a investigar acerca de la vida y obra de doña Rosario de Acuña –hará de esto del orden de unos de diez años– me sorprendió que no hubiera informaciones ciertas sobre su lugar de nacimiento, pues unos afirmaban que era oriunda de Pinto y otros que decían que había nacido en Bezana, en Madrid o en Cuba. En cambio, parecía haber unanimidad en cuanto al año: 1851.
Tras varios años de investigaciones, entrada ya la primavera de 2005, en Rosario de Acuña en Asturias (⇑) pude avanzar lo siguiente: «Una vida que comenzó mediado el anterior siglo [me refería al de su llegada a Gijón] en Madrid, donde ve la luz el primer día de noviembre del año 1850, en las cercanías de la que será más tarde la Gran Vía madrileña». O sea que, a pesar de lo que se había venido diciendo, no había nacido ni en Pinto, ni en ningún otro lugar que no fuera la capital de España; y no lo había hecho en el año 1851. Más adelante, en otro capítulo, citaba alguno de los argumentos en los que basaba aquella afirmación. El más contundente de todos ellos quizás fuera el aportado por Francisco Fernández de Bethencourt, quien en su Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española, publicada en 1901, señalaba lo que sigue: «Doña María del Rosario Santos Josefa de Acuña y Villanueva, nacida en Madrid el 1º de noviembre de 1850, bautizada el 2 en la parroquial de San Martín...». Basándome en este dato, de gran precisión y procedente de una fuente cuya fiabilidad había podido contrastar en ocasiones anteriores, así como en algunos otros que allí también enumeraba y que apuntaban en la misma dirección, di por buena aquella fecha, a pesar de que cuantos a ella se han referido en el pasado, y aun en el presente, en las diversas enciclopedias, historias de la literatura y monografías que he consultado se habían empeñado en afirmar que 1851 era el año del nacimiento de Rosario de Acuña Villanueva.
No era uno, sino varios los argumentos en los que me apoyaba para realizar esa afirmación. De todas formas, meses después recibí la prueba que estaba esperando: la copia de la Partida de bautismo de la escritora, documento que se encuentra en el expediente abierto en 1883 con motivo de la solicitud de pensión de viudedad que realizó su madre por entonces. No sólo hice mención a la existencia del documento en Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑) (2009), sino que poco después publiqué el texto de la citada partida (⇑) en la página «Rosario de Acuña. Vida y obra»:
«En la Iglesia Parroquial de S. Martín de Madrid a dos de Noviembre de mil ochocientos cincuenta, Yo D. Sebastián Fernández, Teniente Cura de ella, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos y Crisma a una niña que nació el día primero del corriente a las cinco y media de la mañana en la calle de Fomento número veintinueve y la puse por nombre María del Rosario Santos Josefa, hija legítima de D. Felipe Acuña, natural de Arjonilla, provincia de Jaén, y de Dª Dolores Villanueva de Elices, natural de Yebra, diócesis de Toledo. Abuelos paternos D. Felipe, natural de Baeza, provincia de Jaén y Dª Rosario Solís y Abellán, natural de Doña Mencía, provincia de Córdoba, y los maternos D. Juan, natural de San Pedro del Monte, provincia de León y Dª Polonia Elices, natural de Ocaña. Padrinos D. José Gómez y Dª Francisca Elices, a quienes advertí el parentesco espiritual y obligaciones. Testigos D. Isidoro María Fernández y D.José Sánchez y lo firmé. Sebastián Fernández.»
Bien creía, iluso de mí, que con aquello sería suficiente, que ya nadie albergaría dudas al respecto y que a partir de entonces no habría publicación que no dijera que doña Rosario de Acuña y Villanueva había nacido en Madrid el primer día de noviembre del año 1850 (en unos días, el CLX aniversario).
Claro está que no contaba con el hecho de que la Wikipedia puede ser actualizada por cualquiera que pase por allí. Y el otro día me encontré con que en este lugar tan socorrido en estos tiempos, la entrada dedicada a nuestra librepensadora se decía que había nacido en Pinto el 1 de noviembre de 1851.
Captura de la página en octubre de 2010 |
Notas
(1) Parece ser que las cosas han empezado a cambiar, al menos en algunos ámbitos. Para que conste, véase el comentario 95. La fiabilidad de la Wikipedia (⇑).
(2) Este comentario fue publicado originariamente en blog.educastur.es/rosariodeacunayvillanueva el 29-10-2010.
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