21 julio

272. Lidia Falcón en la Escuela

 

La escuela a la cual hace mención el título de este comentario es la Escuela Feminista Rosario de Acuña, que este año presenta algunas notas singulares en su programa, por aquello de la coincidencia de dos números redondos: cumple su edición número veinte en el centenario de la muerte de la mujer cuyo nombre figura en su denominación oficial. Una ocasión propicia para recordar, para reflexionar acerca de lo que hemos aprendido en el camino, con la vista puesta en lo que aún queda por recorrer, que es precisamente lo que hace Amelia Valcárcel, directora de la Escuela, en el texto que abre el programa de esta XX edición titulada «Acuña: las rebeldías creativas y feministas»:

Este es un año de conmemoraciones. Gijón recuerda el centenario del fallecimiento de Rosario de Acuña y Villanueva y esta Escuela Feminista, que lleva su nombre, celebra su vigésimo aniversario. Tal vez este sea el tiempo y el momento de reivindicar la rebeldía como esencia del movimiento feminista. Una rebeldía presente en el pensamiento de Rosario de Acuña, una rebeldía que nos ha acompañado en estos veinte años de Escuela Feminista y una rebeldía vigente ante los retos futuros. 

De izquierda a derecha: Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón, Lidia Falcón y Amelia Valcárcel, directora de la Escuela

Como era de esperar en edición tan especial, doña Rosario no se queda solo en el título. Como cierre de la presente edición, para las once y media del viernes 7 de julio está programada la conferencia titulada «Rosario de Acuña, librepensadora, republicana, laica y heroína de su tiempo» a cargo de Lidia Falcón. En el programa que me han hecho llegar se dice de ella lo que sigue: «Política y escritora. Licenciada en Derecho, Arte Dramático y Periodismo, Doctora en Filosofía.Principal figura del feminismo en la transición. Fundadora del Partido Feminista de España. Autora de numerosos libros y artículos, dirige la revista Poder y Libertad. Su último ensayo lleva portítulo La filosofía del engaño. Para el tema que nos ocupa, una conferencia sobre Rosario de Acuña,  quizás hubiera sido pertinente decir que, además, es nieta de Regina Lamo Jiménez y, por tanto, sobrina-nieta de Carlos, la persona que vivió junto a Rosario los últimos treinta y tantos años de su vida, la persona que «sacrificando su carrera, sus naturales talentos, su porvenir y hasta su fama, ha sabido, con paciencia generosa, atenuar el vía crucis de quien, siendo mujer, se atrevió en España, a vivir como persona y por su cuenta».

Se ha dado por hecho que la suya fue una relación sentimental, de pareja. Yo mantengo dudas al respecto (véase el comentario 200. El buen discípulo ⇑), que esperaba que Lidia las pudiera disipar en su conferencia. Allá me fui. 

Bueno, pues empezó con una afirmación rotunda que, por cierto, yo ya esperaba pues hace años que me había dicho lo mismo, con idénticas palabras: «Rosario de Acuña fue mi tía-abuela». De todas formas, seguí expectante su intervención con la esperanza de  que nos hablara de algunas de las cosas que le habría contado su abuela Regina, «mi primera niñera, mi primera consejera, mi primera maestra». Ciertamente, nos dijo que sabía de Rosario por las historias que sobre ella le contaban su abuela (con quien mantuvo una larga relación, desde bien joven hasta los cincuenta y dos años, que era la edad que tenía en el momento de su muerte) y su madre (menos duradera, pues en mayo del veintitrés tan solo tenía catorce años). 

Sus recuerdos caracterizaban a Rosario como una mujer valiente, que escribía cosas que ella no tenía nada claro que a día de hoy alguien se atrevería a escribir, y puso como ejemplo «La jarca en la Universidad», el escrito en el que arremetió contra los agresores de unas universitarias (para recordar:  «134. Proceso, exilio e indulto» ⇑). 

Echando mano de la memoria oral, de las historias recordadas, de los comentarios que tanto su madre, como su abuela le habían transmitido de aquellas temporadas que habían pasado  en la casa que doña Rosario tenía en el litoral gijonés, sobre los acantilados de El Cervigón, nos fue apuntando algunas cosas más, entreveradas con comentarios sobre la actualidad más reciente, con la próxima cita electoral...

Aunque escuchar a Lidia Falcón supone todo un lujo, salí de la conferencia sin el dato, sin la información, que contribuyera a aclarar alguna de mis dudas con respecto a la relación existente entre Carlos y Rosario. 

Al volver a casa cogí el ejemplar de su obra Los hijos de los vencidos que ella tuvo el detalle de enviarme tiempo atrás. Releí los primeros capítulos, subrayados y anotados con suaves trazos de lapicero, y volví a encontrarme con los recuerdos, esta vez escritos, de su familia materna: de sus bisabuelos, Micaela y Anselmo, de su abuela Regina, de su madre Enriqueta... Apenas unas referencias a Carlos y, aunque, en el primer capítulo se citan algunos personajes de la época (Giner de los Ríos, Costa, Concepción Arenal, Francos Rodríguez, Federica Montseny...), no aparece ninguna mención  a Rosario de Acuña. 

En fin, apreciada Lidia, creo que tendremos que volver a hablar sobre el asunto.

 




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