¿Dramaturagas españolas del diecinueve? Bueno, pues, poco es lo que conocemos al respecto: que Ángela Grassi estrenó una obra teatral siendo muy joven; que Joaquina Vera lo hizo en 1847... Pocas, muy pocas, son las escritoras españolas de las cuales sabemos que estrenaron obra a lo largo del siglo XIX. Tan pocas son, que quienes se dedican al estudio de la literatura española decimonónica coinciden en destacar a Gertrudis Gómez de Avellandeda, española nacida en Cuba y autora de varias dramáticas estrenadas en los años cincuenta del diecinueve... y también –desde no hace muchos años, desde que empezara a ser rescatada del olvido– a Rosario de Acuña Villanueva.
Nuestra protagonista fue, en efecto, una de las contadas dramaturgas cuyas obras fueron estrenadas en los principales teatros españoles; algunas de ellas formaron parte del repertorio de varias conocidas compañías teatrales. Ya hemos comentado acerca del exitoso estreno –toda una sorpresa para más de uno por la juventud de su autora que acababa de cumplir los veinticinco y también por su condición de mujer– de Rienzi el tribuno (⇑), su primera obra dramática. Otras cuatro la sucedieron: Amor a la patria (estrenada en Zaragoza en 1877), Tribunales de venganza (teatro Español, Madrid, 1880), El padre Juan (teatro Alhambra, Madrid, 1891) y La voz de la patria (teatro Español, Madrid, 1893). Sabemos además de la existencia de otros originales que, por diversas causas, no llegaron a ser estrenados (tal es el caso de Castigar con la culpa (⇑), del que no volvió a saber nada más tras haberlo enviado a su editor).
Fue una mujer de teatro, sin duda. Basta recordar cómo se estrenó El padre Juan: no encontrando ningún empresario que se arriesgara a poner en marcha aquel proyecto, ella se hizo cargo de todo, de buscar actrices y actores, de dirigir los ensayos, del vestuario, de los decorados, de contratar el local... Fue una mujer de teatro y sabía del poder del escenario para transmitir emociones e ideales, de ahí que renunciara a los derechos que le correspondían por la representación de sus obras... cuando lo hicieran las agrupaciones obreras («siempre que los socialistas representen mis obras, las tendrán libres de derechos»), de ahí que en una de las habituales visitas que realizan a su casa gijonesa con ocasión del Primero de mayo, les animara a que representaran El padre Juan. Y lo hicieron, aunque fuera después de su muerte: en el verano de 1923 se puso en escena en un teatro de la localidad. Después vinieron nuevas representaciones, algunas en tiempos más cercanos: en mayo de 2001 el grupo de teatro del instituto gijonés que lleva su nombre volvió a darle vida en la última representación de la cual tengo noticia (⇑).
Otra vertiente de su íntima relación con el teatro, es aquella que la tiene a ella por protagonista. Tal y como comentamos por entonces (⇑), en el otoño de 2018 se estrenó en el Centro Dramático Nacional la obra escrita por Asunción Bernárdez y titulada Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán, en la cual el público va descubriendo quién fue la protagonista al tiempo que lo hace el grupo de jóvenes que se han propuesto realizar un documental sobre su vida y su obra. No fue la primera, años antes ya se estrenó en Gijón otra obra centrada en su figura y con su casa de El Cervigón como principal escenario.
El viernes 12 de mayo del año 2006, dentro del programa conmemorativo del 125 Aniversario del Ateneo Obrero de Gijón, el grupo de teatro La Máscara estrenó en el Centro Municipal Integrado de El Llano La última casa de Rosario de Acuña, con guión de Boni Ortiz, en el cual se incluyen textos de José Bolado y de la propia Rosario de Acuña. La dirección corrió a cargo del propio Boni Ortiz y la actriz Paula Moya da vida a Rosario de Acuña con sucesivos monólogos que se intercalan con varias proyecciones de escenas grabadas en el exterior. A esta primera representación siguieron otras, como la que tuvo lugar en el ovetense teatro Filarmónica (octubre 2012) o en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón (mayo 2013).
A lo largo de algo más de una hora, sobre el escenario se van perfilando los principales rasgos del personaje, los hitos más destacados de su biografía. Las viejas botas que limpia con esmero, compañeras de largas caminatas por llanuras y montañas, son testigo callado de su amor por la Naturaleza; las canciones que inundan el escenario, cantadas por el tenor Gonzalo Quirós, y las coplas que ella misma canta mientras friega el suelo de su casa, testifican su afición a la música, y a la poesía; las imágenes de una amazona trotando por las orillas del mar, evocan aquellas largas expediciones que el afán de conocer los lugares y sus gentes la llevó a recorrer buena parte de la geografía patria...
Lugar destacado tiene el asunto de La jarca: con las páginas de El Progreso en mano, la propia Rosario lee parte del artículo en el que arremetió contra los estudiantes que agredieron a una universitaria a la salida de clase. De forma bien diferente se abordan tanto el escrito en el que se la acusa de ser una bruja (⇑), y en el que se afirma que su casa es la morada del diablo, como su huida a Portugal para evitar ser apresada. En el primer caso, unas voces superpuestas recrean el diálogo que el autor mantiene con un labrador de Somió mientras sobre el escenario se proyectan unas imágenes de una amazona a caballo; en el segundo, tras la escena en la que la actriz recoge sus cosas y abandona la casa de El Cervigón, en la pantalla aparece una caminante recorriendo un sendero que discurre por un paisaje boscoso y otoñal.Hace ya unos años Boni Ortiz tuvo a bien regalarme un DVD con una copia de la grabación realizada por Pícara Producciones. Se lo agradezco cada vez que la veo. Cuando semanas atrás volví a verla en pantalla, no pude menos de pensar en que apenas quedan unos meses para que se cumpla el centenario de la muerte de doña Rosario, en que sería un momento propicio para que La última casa de Rosario de Acuña volviera a tomar vida en uno de los escenarios de la ciudad. Por de pronto, aquí queda constancia de la propuesta. Tan solo queda esperar que llegue a oídos de quien corresponda.
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