Mientras lo leía, me vinieron a la cabeza vagos recuerdos cinematográficos en los cuales las conclusiones de un perito caligráfico cobraban valor probatorio en algún juicio con jurado, probablemente estadounidense. Claro que allí de lo que se trataba era de determinar si un escrito había sido falsificado o no y en este caso el objetivo parece más complejo, pues pretende analizar la personalidad del escribiente. ¿Y si después de tantos años investigando la vida y la obra de doña Rosario me encuentro con aspectos, con facetas de su vida, en las que no había reparado? ¿Y si a raíz de este estudio que me anuncian se abren nuevas vías en la investigación?
Azuzado por estas y otras preguntas similares, me puse a disposición de mi comunicante, mostré mi interés en conocer las conclusiones de su trabajo y le envié una copia de una de sus firmas, creo que la que aparece en su obra Ecos del alma, un poemario de juventud. Más adelante y puesto que también precisaban de algunas cartas manuscritas, también le envié alguna copia que tenía en mi archivo.
En los primeros días del mes de mayo me llegó, al fin, el informe titulado Rosario de Acuña. Estudio grafológico de personalidad. Tras leerlo con interés, se me ocurrió que quizás fuera buena idea comparar la imagen que yo me había ido forjando a través de estos años de investigación con lo que a ella se le atribuía en las conclusiones de este análisis de su escritura. Así que seleccioné aquellos rasgos que habían sido resaltados en el estudio y probé a compararlos con lo ya sabíamos de ella. Veamos.
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