13 febrero

229. Estadísticas y algo más

 

Muestra de una gráfica de líneas
¿Habrá alguien que lea esto que estoy escribiendo?  Resulta inimaginable pensar que la respuesta pudiera ser negativa, más aún después de haber escrito doscientos veintiocho comentarios en este blog. Doy por hecho que sí, que al otro extremo del cable que une mi ordenador a la Red hay personas que lo leerán. Ciertamente, no es un asunto que me haya inquietado: ahora tengo evidencias que lo prueban y antes, en los primeros momentos de mi andadura por este universo digital, ni siquiera me lo llegué a plantear, al igual que había sucedido anteriormente con el de la tinta y las imprentas, propios del formato papel. En ambos casos el proceso resulta similar: estás convencido de que tienes algo interesante que contar y todos tus esfuerzos se centran en dar forma a ese mensaje. No será hasta que, tras no pocos borradores y mucho pulir y repulir, das por concluida la tarea cuando te ves obligado a preguntarte por el objetivo último del proceso tiempo atrás iniciado y terminas por darte de bruces con la ineludible pregunta: qué hacer a partir de ese momento.

Hace ahora alrededor de veinte años, en los primeros de este siglo, cuando investigaba acerca de la Escuela Neutra de Gijón, leí el primer escrito de Rosario de Acuña y Villanueva: el texto del discurso que había pronunciado en el acto de inauguración de aquella escuela. Tras leerlo varias veces, salí del Archivo del Padre Patac con una copia en las manos y la firme voluntad de dar respuesta a las muchas preguntas que me planteaba aquel escrito. Fue así como me incorporé a la lista de quienes se habían empeñado en rescatar del olvido su testimonio vital (⇑). Los que siguieron fueron tiempos de indagar en archivos y en bibliotecas, de reunir escritos y datos. A medida que se resolvían los interrogantes, que aumentaban las certezas, se iba abriendo camino la necesidad de realizar una aproximación biográfica lo más completa posible. Me metí en faena y a comienzos de 2007 puse el punto y final a Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato. Fue entonces cuando no tuve más remedio que enfrentarme  a la inevitable pregunta: ¿Y ahora qué?, ¿qué haces con este montón de páginas? Doy por hecho que pueden existir diversas razones para escribir, para contar, pero si algo tenía claro por entonces era que no había escrito aquella biografía para guardarla en un cajón; lo había hecho para que fuera leída.

Portada del libro «Rosario de Acuña y Villanueva.Una heterodoxa en la España del Concordato»Pero el asunto este de dar a conocer lo que has escrito no resulta nada fácil. Pasaron más de dos años antes de que el libro fuera publicado. Bien, ya está en las librerías, ya está en las bibliotecas (andando el tiempo, también en Internet, primero en el portal bibliográfico Dialnet y más tarde, superados unos contratiempos iniciales (⇑), en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes), ya puede ser consultado, ya puede ser leído. No obstante, me doy cuenta que no he concluido mi tarea, que aún quedan cosas pendientes pues, a pesar de que en sus páginas se recogen los hechos más relevantes de su biografía, mantengo abiertas varias líneas de investigación y todavía sigo la pista a algunos de sus escritos. Así es que, con el objetivo de poder incorporar estos nuevos datos y de aprovechar las posibilidades de divulgación que ofrece la red informática mundial, abro la página Rosario de Acuña y Villanueva. Vida y obra (⇑) y, un tiempo después, este blog que la complementa. 

Escribí más arriba que, tanto en el ámbito del libro impreso como en el de los escritos para la Red, el proceso era similar; a esta afirmación inicial añado ahora cierto matiz, relevante para el tema que nos ocupa y que paso a comentar. En la lista de los comentarios publicados, los que ya estaban accesibles para quien los quisiera leer desde cualquier lugar del planeta, aparece una información, un número, con el cual habría de convivir a partir de entonces: «Veces que ha sido visto». Resultaba sorprendente su inmediatez; nada que ver con lo que sucedía con los libros, de los cuales y en el mejor de los casos tan solo podías conocer cómo iban las ventas pasadas unas semanas; saber el número de los que se habían vendido el año anterior cuando te liquidaban los derechos de autor. En el caso del blog, la información era prácticamente instantánea. Aquel dato no solo confirmaba que, efectivamente, había alguien al otro lado que lo había «visto», sino que también establecía diferencias entre los diferentes escritos, pues unos se «veían» más que otros. 

La información disponible aumentó considerablemente cuando, por cuestiones técnicas, lo trasladé de Educastur Blog a Blogger. Gracias a las omnipresentes cookies, Google Analytics, la herramienta de análisis de audiencia asociada a esta plataforma, facilita información acerca de los contenidos visitados, la duración de las visitas o la procedencia de las mismas. Es así como pude saber que Madrid es el lugar de origen del mayor número de visitantes y que a la capital le siguen Gijón, Barcelona, Pinto, Sevilla, Valencia, Avilés, Oviedo, Zaragoza, Alcalá de Henares, Granada, Palma, Málaga, Santander, Bilbao, Valladolid, Pozuelo de Alarcón, Coruña, Jaén, Alcorcón, San Sebastián, Almería...; también que, además de visitantes ubicados en países de Hispanoamérica, se suelen producir visitas con origen en Reino Unido (Londres, Cardiff o Nottingam), Italia (Florencia o Roma), Francia (Ussel, Fontenay-le-Fleury, Lyon, Cahors, Noisy-le-Grand o Rennes), Letonia (Riga), Irlanda (Dublín), Finlandia (Tampere), Estados Unidos (Edwardsville, Jersey City, Mansfield o New Haven)...

Llegados a este punto, tengo que decir que, una vez que ha quedado constancia de que al otro lado hay personas interesadas en saber algo más acerca de la trayectoria vital de doña Rosario, el resto de los datos tiene una importancia menor. Creo que poco aporta a mi labor conocer qué porcentaje de visitantes accede al blog desde un ordenador o desde un teléfono móvil; tampoco saber si las visitas proceden de un motor de búsqueda o de un enlace inserto en otra página; y quizás menos aún averiguar cuál es el día o la franja horaria con mayor número de visitas. En cuanto a los datos que sí podrían interesarme, como el del tiempo de la visita a un determinado comentario, tampoco me aportan información que pudiera confirmar de manera concluyente que además de «visto» ha sido «leído». Pongo un ejemplo como aclaración. Hace unos días una persona «vio» uno a uno los doscientos veintiocho comentarios publicados; lo hizo en dos sesiones diferentes, con un total de más de dos horas y cuarto de permanencia en el sitito (más de setenta y ocho minutos en la primera, casi sesenta y tres en la segunda). Pues bien, como no es posible leer en ese tiempo todos y cada uno de los comentarios, deberíamos concluir que no los leyó. No obstante y dado que  resulta difícil de asumir que alguien estuviera ciento cuarenta y un minutos visitando uno a uno y de manera sistemática todos los comentarios por el mero hecho de pasar el tiempo, quizás haya que considerar la posibilidad de que la persona en cuestión lo que hizo fue copiar los textos de los comentarios (quizás para almacenarlos y poder leerlos posteriormente con mayor tranquilidad), lo cual sí que sería posible realizar en el tiempo referido. Fuera o no fuera así en este caso, habida cuenta de la verosimilitud de tal posibilidad, ya no resulta fácil afirmar de forma categórica que un comentario no ha sido «leído» por más que el tiempo de permanencia sea inferior al necesario.

Es probable que para quienes tengan interés en todo lo relacionado con el tráfico en Internet y el posicionamiento en buscadores todos estos datos resulten muy útiles. Por lo que a mí respecta, me quedo con el número de visitantes (varias decenas de miles a lo largo de estos años, imprescindibles acompañantes en esta tarea en la que me he involucrado) y con los lugares que mantienen enlaces en sus sitios web, bien a la página, bien al blog, bien a Una heterodoxa (Biblioteca Nacional, Wikipedia, Hemeroteca Municipal de Madrid, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Dialnet o un creciente número de blogs relacionados con el librepensamiento, la literatura, el feminismo o la masonería).

Bien está contar con datos que, siendo favorables, contribuyen a retroalimentar el objetivo inicial del proyecto, pero, sin duda, resulta mucho más satisfactorio lo que uno se encuentra más allá de los mismos. Por fortuna, he habilitado una dirección de correo (que figura tanto en el blog como en la página: info.rosariodea@gmail.com), y allí me he encontrado testimonios que personifican lo que hay detrás de lo digital, de las estadísticas o de los números. Hay quien me ha escrito preguntándome acerca de lo que representan cada uno de los personajes de El padre Juan, o requiriendo mi opinión acerca de aquellos de sus escritos que pudieran tener mayor interés para un lector actual. Allí me he encontrado también a familiares de doña Rosario, descendientes de su nutrido primazgo (⇑), con quienes he compartido impresiones, textos y fotos; a responsables de la catalogación de archivos que me agradecen algunas de las informaciones publicadas y que, por lo visto, han facilitado su labor; a blogueros, cronistas e investigadoras que me escriben acerca de sus hallazgos, de sus estudios o de sus escritos... Detrás de estos mensajes hay personas con nombres y apellidos que comparten conmigo la admiración por nuestra protagonista.

Imagen de la página Proyecto Ensayo Hispánico
Al otro lado del correo también encontré propuestas que me abrían la posibilidad de ampliar la difusión de mis investigaciones. Por invitación de José Luis Gómez Martínez, profesor emérito de Ensayo Hispánico en el Departamento de Lenguas Románicas en la Universidad de Georgia, elaboré «Rosario de Acuña y Villanueva. Una vida entregada a la búsqueda de la Verdad», el capítulo a ella dedicado que figura en el Repertorio Íbero e Iberoamericano de Ensayistas y Filósofos (⇑), encuadrado en el Proyecto Ensayo Hispánico. La escritora y periodista Ada del Moral, buena conocedora de Joaquín Dicenta, Luis Bonafoux y demás integrantes de la «Gente Nueva», me encargó su biografía para la colección Mujeres en la Historia (⇑) que publica El País.

Con todo, resultando muy gratificante enterarse de la satisfactoria evolución de la audiencia –y, más aún, conocer a algunas de las personas que se encuentran detrás de esos datos–, no conviene olvidar que el objetivo último del trabajo emprendido es el de contribuir a disipar la neblina que durante tantos años ocultó su existencia. El hecho de que su nombre resulte más familiar a un número creciente de personas no creo que deba ser el único parámetro a considerar a la hora de evaluar el grado de consecución del mismo. Si en su momento hubo decisiones políticas que la condenaron al público desconocimiento, quizás ahora deberíamos fijarnos en otros aspectos para comprobar que, gracias a ese mayor conocimiento que sugieren las estadísticas, su figura va recuperando el protagonismo que le arrebataron. Algunos, ciertamente, sí que son constatables. Veamos. Han ido desapareciendo de la Red las informaciones erróneas (⇑) acerca del lugar y año de su nacimiento; desde hace ya un tiempo en todos los sitios aparece reflejado que lo hizo en Madrid el primero de noviembre de 1850. Su nombre ha recuperado el lugar que tiempo atrás ocupó en el callejero (⇑) de algunas de las ciudades españolas (incluso en el insólito caso de Tarrasa ⇑); también lo hizo en el edificio madrileño inaugurado en el año 1933 como sede de un grupo escolar y que actualmente lo es del Centro Sociocultural Rosario de Acuña (⇑). Poco a poco se ha ido abriendo espacio en las páginas especializadas: desde 2013 cuenta con un portal a ella dedicado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes; cuatro años más tarde fue la Biblioteca Nacional (⇑) quien la incorporó a su proyecto Escritores en la BNE. En la temporada 2018-19 el suyo fue uno de los cuatro nombres de mujer que dieron vida a otras tantas obras estrenadas en el Centro Dramático Nacional (⇑) dentro del ciclo En letra grande. No hace mucho tiempo supimos de la sorprendente aparición en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid del denominado Archivo Personal Rosario de Acuña (⇑): doscientos noventa y ocho documentos que durante décadas habían permanecido ocultos en los oscuros rincones del olvido.  Sus cuentos y sus poesías se incluyen en diversas antologías; sus obras se integran en nuevos proyectos impulsados por diferentes empresas de comunicación  (si en 2019 su biografía se incluyó en la colección Mujeres en la Historia del diario El País, ahora son algunos de sus textos los que forman parte de la que edita La Gaceta de Salamanca con el título Escritoras inolvidables del siglo XIX)...

Quiero pensar que mis afanes no han sido en vano, que la labor divulgativa que vengo desarrollando durante los últimos años ha contribuido al mayor conocimiento de la vida y obra de doña Rosario de Acuña y Villanueva. Es lo que me mueve a teclear cuando, bien de mañana, el cursor parpadea intermitentemente a la espera de que escriba un nuevo comentario o que transcriba uno de sus textos recuperados.




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