A propósito del 165º aniversario del nacimiento de Rosario de Acuña
No será preciso mucho espacio para presentar a la Wikipedia, la enciclopedia digital, políglota y de acceso libre, que echó a andar en enero de 2001 impulsada por los estadounidenses Larry Sangres y Jimmy Wales, siendo gestionada desde el año 2003 por la Fundación Wikimedia. Es mundialmente conocida, pues somos muchos millones los que la consultamos, tantos que, al parecer, se ha situado entre los diez sitios más visitados de Internet. Por si fuera poco, no hace muchos días ha recibido el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2015, galardón otorgado en razón al «importante ejemplo de cooperación internacional, democrático, abierto y participativo, en el que colaboran desinteresadamente miles de personas de todas las nacionalidades, que ha logrado poner al alcance de todo el mundo el conocimiento universal en una línea similar a la que logró el espíritu enciclopedista del siglo XVIII.» Ahí es nada.
Bien es verdad que también cuenta con detractores, algunos hablan de la escasa relevancia de algunos temas; otros ponen en duda su rigor y fiabilidad. Tanto es así que se han realizado diversos estudios comparando el rigor de la Wikipedia en relación con otras enciclopedias, como la Británica.
Coincidiendo con la celebración del 165º aniversario del nacimiento de Rosario de Acuña Villanueva (Madrid, 1850-Gijón, 1923), me he permitido realizar una comprobación con tal propósito. Veamos
Nació doña Rosario en la madrileña calle Fomento el primer día del mes de noviembre de 1850, en el seno de una distinguida familia que hundía sus orígenes en las raíces de los Grandes de España. Su juventud debió de semejarse bastante a las de aquellas jovencitas de la burguesía madrileña que la novela realista tan bien nos ha retratado: una vida cómoda salpicada por fiestas, teatro, viajes, modas... y ¡poesía!, para la cual la señorita de Acuña parece estar especialmente capacitada, a tenor de los parabienes que reciben algunas de sus obras.
En 1876 alcanza un clamoroso éxito con el estreno de Rienzi el tribuno, su primera obra dramática. Unos meses después se casa con el capitán de Infantería Rafael de Laiglesia y Auset. Todo parece indicar que su vida continuará discurriendo por los confortables márgenes que aguardan a quienes como ella han nacido en la parte afortunada de la sociedad. Sin embargo, unos años después Rosario se separa de su marido, se declara librepensadora, ingresa en la masonería y se convierte en una escritora militante. A partir de entonces su pluma se convierte en arma demoledora al servicio de la libertad de pensamiento, el racionalismo, la educación laica, el republicanismo y a la defensa de los más desfavorecidos. Sus numerosos artículos, publicados en diversos periódicos y revistas, tanto del país como del extranjero, dan cumplido testimonio de su lucha, larga y penosa lucha, contra el fanatismo, el fundamentalismo religioso y la postergación social a la que está sometida la mujer.
Rosario de Acuña en la Wikipedia (25-10-2015) |
Esto es lo que actualmente y a grandes rasgos sabemos de esta mujer. Pero no siempre fue así. Hace apenas unos años algunos de los datos de su biografía estaban sumidos en una nebulosa confusión. Tal sucedía, por ejemplo con su marido, del que se tenían escasas referencias. También, y esto parece más significativo, con la fecha y el lugar de su nacimiento. Fue una de las cosas que más me sorprendió cuando, a finales del siglo pasado, empecé a investigar acerca de su vida y su obra: no había informaciones ciertas sobre su lugar de nacimiento, pues unos afirmaban que era oriunda de Galicia y otros decían que había nacido en la localidad cántabra de Bezana o en Cuba, aunque fueran Pinto y Madrid los lugares más frecuentemente citados. En cambio, parecía haber unanimidad en cuanto al año: 1851. Luego se demostraría que ni esos eran los lugares, ni ese el año.
Lo curioso del caso es que datos tan dispares, e inexactos, no procedían de ninguna enciclopedia alojada en la Red y de dudosa fiabilidad. No. Las fuentes consultadas provenían de lo que bien podríamos llamar, para entendernos, el estamento académico, que se rige por unos procedimientos de investigación, digamos, ortodoxos. No estamos hablando, en ningún caso, de espontáneos que, de buenas a primeras, escriben lo primero que se les ocurre. Lo hacemos, por tanto, de estudiosos de alguna de las disciplinas del saber, en este caso la Historia o la Literatura, quienes, al hacer públicos los resultados de sus investigaciones, aceptan la crítica, el debate y, eventualmente, las rectificaciones a que hubiera lugar.
Bien, pues tras cierto desconcierto inicial, lo que me quedó claro es que tendría que tomar con mucha prudencia todo lo que se había venido publicando acerca de doña Rosario, pues tal parecía que algunos lo que habían hecho era dar por bueno lo que otros habían publicado anteriormente sin realizar ninguna labor de comprobación.
Y, en efecto, a medida que avanzaba en mi investigación se activaron todas las dudas y alarmas. También alguna que otra certidumbre. El primer hallazgo apareció cuando di con escritos de la escritora en los que aseguraba que había nacido en la capital de España (sirvan de ejemplo los artículos titulados «A los misioneros de la cultura y la fraternidad que Francia nos envía» (⇑) « ¡Justicia!…, ¡Justicia!…, ¡Justicia! (Al pueblo asturiano)» ⇑, publicados en el diario El Noroeste de Gijón en 1917 y 1920 respectivamente). Parecía prueba suficiente para desechar otros lugares, por más que algunos aparecieran de forma reiterada en los estudios a ella referidos, como sucedía con Pinto. También su origen cubano, admitido como cierto por el mismísimo José Martí en su obra Lira guerrera (⇑) y defendido durante décadas por quienes consideraban que El Apóstol de la independencia cubana no podía errar en un asunto como éste. La mayoría de los escritores cerraron filas defendiendo la veracidad de lo afirmado por el líder independentista: «Era cubana. ¿Qué mayor autoridad que la de José Martí, quien seguramente la conoció en la Península o tuvo de ella exactas referencias?». No será hasta el año 1967 cuando la redacción de Patria decida que ha llegado la hora de admitir el error:
Agradecemos a JDP su respuesta, así como al Dr. Iraizoz el gentil envío de su libro, donde se consigna que en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano aparece que la poetisa nació en Madrid, y, en la Historia de la Literatura Española, en Bezana, provincia de Santander. Si los propios españoles no se pusieron de acuerdo en el lugar de nacimiento, ¿por qué sorprendernos del lapsus de Martí?
Todo ello a pesar de que, como queda dicho, existen artículos en los que la propia Rosario de Acuña afirma que había nacido en Madrid. De haberlos leído es posible que nos hubiéramos ahorrado tantos dimes y diretes. O no. No lo sé. A estas alturas mantengo ciertas dudas al respecto. Me explico. En esos mismos artículos, la interesada también decía que su nacimiento había tenido lugar en el año 1850. Y a pesar de lo cual, hubo quien al encontrarse con ellos y leer ese dato que chocaba frontalmente con todo lo que se había escrito al respecto, no se le ocurrió otra cosa que concluir afirmando: «En varios escritos del final de la vida de la autora aparece, 1850, como año de su nacimiento, en lugar de 1851. ¿Olvido, o una curiosa expresión de coquetería?».
Y yo que pensaba que, a falta de mejor prueba, debería de haber bastado con el testimonio de la propia interesada… En fin. A la vista de cómo estaban las cosas, teniendo en cuenta el gran peso con el que contaba la tradición académica que se llegaba a cuestionar las manifestaciones de doña Rosario, no quedaba otra que seguir investigando al respecto. Elaboré un calendario en el cual señalé las referencias que iban surgiendo. Eran más los datos que apuntaban hacia 1850 que los que lo hacían a un año después. En estas estaba cuando me topé con la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española… escrita por Fernández de Bethencourt en 1901. En el capítulo titulado Las casas de Acuña en Baeza leo lo siguiente:
Doña María del Rosario Santos Josefa de Acuña y Villanueva, nacida en Madrid el 1º de noviembre de 1850, bautizada el 2 en la Parroquial de San Martín; escritora y poetisa notable, autora del drama Rienzi el tribuno, y, entre otros muchos trabajos del libro titulado En el campo…
El 1 de noviembre de 1850. Aquel dato vino a dar respaldo a los indicios que había ido recogiendo. Para mí estaba claro, tanto que cuando en el año 2005 publiqué Rosario de Acuña en Asturias, decidí ir contra corriente y afirmar que, a pesar de lo que machaconamente se había venido afirmando, Rosario de Acuña Villanueva «ve la luz el primer día de noviembre del año 1850, en las cercanías de la que será años más tarde la Gran Vía madrileña». A pie de página expuse mis argumentos que, básicamente, eran los siguientes:
- Las afirmaciones de la escritora en algunos de sus escritos.
- Aquella fecha del primero de noviembre de 1850 no contradecía lo manifestado en el certificado de defunción, en el que se decía que la finada contaba en el momento de su muerte con «setenta y dos años de edad», pues de ser cierta mi hipótesis, los setenta y tres años los habría cumplido, en efecto, el primero de noviembre del año 1923.
- Estaba además lo de las flores rojas que dos veces al año, el 5 de mayo y el primer día de noviembre, una admiradora fiel, su amiga Aquilina Rodríguez Arbesú, depositaba sobre su tumba. A mi parecer resultaba bastante improbable que una persona de su círculo de amistades, que le profesaba respeto y cariño, que había participado en la creación de un comité para ensalzar la vida y obra de la pensadora, que conocía las penalidades que la escritora había padecido frente al clericalismo reinante, tuviese la ocurrencia de acudir al cementerio coincidiendo con una fecha señalada en el calendario litúrgico de los católicos. Por el contrario, pienso que si lo hacía, a pesar de todas estas consideraciones, era porque había una razón de peso: ése era un día importante en la biografía de doña Rosario.
Las argumentaciones eran muy convincentes o, al menos, a mí me lo parecían. Faltaba, no obstante, la prueba irrefutable que, después de varias indagaciones, estaba próximo a recibir. Poco después de realizada la presentación del libro llegó la documentación que había solicitado tiempo atrás, en la cual figuraba la partida de bautismo de la escritora donde, en efecto, se confirma lo que ya había quedado escrito en el libro.
En el año 2009 publico Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑) y allí muestro todas las referencias que avalan lo afirmado cuatro años antes. Por esas fechas pongo en marcha la página Rosario de Acuña. Vida y obra (www.rosariodeacuna.es ⇑), donde reproduzco la trascripción de la Partida de bautismo… ¿Qué más se puede hacer?
Diez años después, cualquiera puede constatar lo difícil que resulta hacer frente a la inercia que representa una parte del saber establecido. Así, por ejemplo, la Enciclopedia Larousse, sigue afirmando que nació en 1851; la Enciclopedia Británica, lo mismo. No cabe duda que a las viejas enciclopedias les falta la agilidad con que cuenta la Wikipedia, que si bien en el año 2006, momento en el que incorporó un pequeño espacio dedicado a Rosario de Acuña, decía que había nacido en Pinto en 1851, en la actualidad la entrada dedicada a nuestra protagonista está libre de errores, aportando información veraz y suficiente para quienes hasta allí se acercan. El trabajo de unos cuantos colaboradores ha hecho posible que la entrada Rosario de Acuña, sea fiable. Tan fiable, que es la información de referencia que utiliza la Biblioteca Nacional de España.
Nota. Este artículo fue publicado en el diario El Comercio, de Gijón, en dos entregas tituladas: «Una biografía en cuestión» (1-11-2015) y «Dudas y certidumbres» (2-11-2015)
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