Preguntado don José Echegaray por su opinión acerca de la obra Rienzi el tribuno (⇑) el día de su estreno, contestó lo que sigue:
Una maravilla. No se parece a ninguna de las Safos del siglo; hace resonar los viriles acentos del patriotismo, y siente la nostalgia de la libertad como si fuera un correligionario de don Manuel Ruiz Zorrilla. Una mujer muy poco femenina.
A lo cual su interlocutor se apresuró a contestar: «No lo crea usted, don José. Tiene la muchacha novio y está muy enamorada de él». Y al preguntarle el señor Echegaray por «el afortunado mortal», consigue averiguar que se trata de «un capitán de infantería».
Ciertamente, como señala el acompañante de don José, Rosario de Acuña Villanueva tiene por novio a un joven militar, teniente de Infantería con el grado de capitán que le fue concedido por méritos de guerra. Lo sabía de primera mano, pues se trata del también escritor Emilio Gutiérrez Gamero, cuñado del novio de la señorita de Acuña.
Dos meses después del estreno de Rienzi el tribuno, el sábado 22 de abril de 1876, la escritora y el militar se otorgan mutua promesa de fidelidad ante el católico ministro y sus respectivas familias. La «muy enamorada» y joven esposa escribe en un ejemplar del drama la siguiente dedicatoria:
A mi marido:
Sobre palmas de laurel
entré en la escena española;
allí me encontraste, sola;
¡no lo olvides, Rafael!
Sobre palmas de laurel
entré en la escena española;
allí me encontraste, sola;
¡no lo olvides, Rafael!
Tras la boda, la pareja pasa su luna de miel por tierras de Andalucía. A su regreso, y casi sin tiempo para casi nada, deben volver a partir para iniciar una nueva vida lejos de su Madrid natal, pues a Rafael le han destinado al Depósito de Ultramar que tiene su sede en Zaragoza. Y hacia allí se encaminan la noche del veintinueve de junio.
Una vez en la capital aragonesa, la pareja podrá lucir sus mejores galas: al capitán le ha sido autorizado el uso de la Medalla Conmemorativa de la Guerra Civil; la escritora, probablemente estimulada por el ambiente militar que la rodea, estrenará en un teatro local un nuevo drama dedicado a «los nobles descendientes de los inmortales zaragozanos de 1808» (Amor a la patria ⇑).
A finales de enero de 1880 el militar es dado de baja en su anterior destino, pasando entonces a la situación de reemplazo con la misma residencia; posteriormente es autorizado a trasladar su domicilio a Madrid, manteniendo la misma situación. Finalizaba el año cuando Rafael, que ya debe tener tomada la decisión de abandonar el ejército, se traslada a Alcalá la Real (Jaén) donde le han ofrecido desempeñar el puesto de agente del Banco de España, para lo cual obtiene de las autoridades militares el oportuno permiso de residencia. En marzo del siguiente año pasa a la situación de supernumerario sin sueldo por el término de tres años «a fin de dedicarse a asuntos de familia», obteniendo seguidamente autorización para residir en Pinto, una pequeña localidad del sur de la provincia, donde el matrimonio ha construido una pequeña quinta campestre. Han pasado casi cuatro años fuera de su ciudad natal y durante ese tiempo las cosas no debieron ir tal como se habían imaginado. Rosario nos da alguna pista al respecto cuando, refiriéndose a esta época, señala:
Impuse al matrimonio la condición expresa de vivir en los campos, pues nada me importaba que el hombre corriese al placer ciudadano, si era respetado mi aislamiento campestre...
Los cambios de residencia y de trabajo (regreso a Madrid y posterior traslado a Pinto; Rafael queda desligado temporalmente del ejército y pasa a desempeñar un puesto en el ministerio de Fomento) parece que obedecieron a los acuerdos que toma la pareja después de que se hiciera evidente que las cosas no iban bien entre ellos. De todas formas aquella situación no habría de durar. En el mes de enero de 1883 la escritora, y campesina, recibe un duro golpe al producirse el fallecimiento de su padre. En ese mismo mes Rafael cesa en su puesto como visitador en el ministerio. Todo se acabó.
En el mismo ejemplar de Rienzi el tribuno que siete años atrás había dedicado a su marido, Rosario registró la fecha de la ruptura, añadiendo a la primera quintilla esta otra que aquí se escribe:
27 de abril de 1883:
¡Siete años de ayer a hoy!
Vivo entre penas, sin gloria...
Tienes mi cuerpo... ¡la escoria!
Sola estaba; sola estoy.
¡Siete años de ayer a hoy!
Vivo entre penas, sin gloria...
Tienes mi cuerpo... ¡la escoria!
Sola estaba; sola estoy.
A partir de mayo Rafael ya se encuentra residiendo en Badajoz, donde desempeña el puesto de jefe de la Sección de Contribuciones de la sucursal del Banco de España, mientras su mujer continúa en la casa de Pinto. Ya no volverán a vivir juntos.
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